miércoles, 6 de enero de 2010

Día de ilusión

Si ayer estaba nerviosa, hoy está loca. Ayer se fue a la cama sin rechistar, más obediente que nunca. Y se dormiría en los sueños de la inocencia con el deseo de que la mañana llegara cuanto antes. Posiblemente se haya despertado impaciente más de una vez durante la noche, y se haya vuelto a dormir no fuera a ser que los Reyes Magos la descubrieran despierta y se pasaran de largo.
Y apenas el sol alumbró su habitación, cuando sus padres todavía dormían, se levantó de la cama de un salto y se fue corriendo al salón, al encuentro de la ilusión. Allí estaban, envueltos en papel de múltiples colores y motivos infantiles, los regalos que milagrosamente han dejado los Reyes Magos, con mucho sigilo y sin hacer ruido. Y antes de abrirlos, entre la sorpresa y la ilusión, se ha ido gritando a despertar a los padres para decirles que ya han venido, que ya están aquí.
Uno a uno, ha ido abriendo los regalos y ha descubierto que estaban los que había pedido y otros que habían venido como añadido, y se ha ido, como loca, de uno a otro para ver qué hace la muñeca, cómo se monta la casita, qué dibujos tiene el libro.... y así, apenas ha consentido beberse un vaso de leche como desayuno, pues hoy se alimenta de ilusión.
Sólo ha aceptado quitarse el pijama y arreglarse, cuando su madre le ha dicho que iban a ir a casa de la abuela, a ver que le han traído allí los Reyes. Y de nuevo la misma escena, tirones de impaciencia para partir el papel de los regalos, locura al descubrir la muñeca favorita, ilusión, mucha ilusión, porque es el día de la ilusión.
Y la misma ilusión en los padres, en la abuela, en los tíos, en todos. La ilusión del día de la ilusión. La ilusión de los niños que son y la ilusión de los niños que fuimos.

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