Era un día dieciséis, como hoy,
de hace dieciséis años. ¿Te acuerdas? Despertaba el verano en nuestros
sentidos... y aquella noche se quedó, inolvidable, en lo más hondo de nuestros
corazones. No fue más que una conversación, con palabras temblorosas, en la
que, más que la voz, hablaron nuestras miradas... ¡cómo olvidar aquella mirada
tuya, brillante, de aquella noche! "A mí me pasa igual que a ti".
Tus ojos me hablaban y se clavaban en mi alma. Mi vida se quedó para siempre en
un verano eterno que ya dura dieciséis años. Ese verano del 98 en el que
hiciste despertar a mi corazón triste.
Decían que el libro de nuestra
historia no llegaría a muchas páginas. Y ya los capítulos se acercan a los seis
mil. Porque cada día junto a ti es un capítulo de nuestro libro, escrito a base
de comprensión, de cariño, de unión, de entendimiento, de generosidad, de cada
lección de amor que recibo cada minuto que disfruto de tu presencia. Sí,
"Lecciones de Amor" se podría titular nuestro libro, el libro de
nuestra vida, del que aprendo cada día para crecer junto a ti a cada paso que
damos.
Dieciséis años, casi seis mil
días, en los que el AMOR fue el que nos guiaba y marcaba el camino, que fuimos
siguiendo, paso a paso, disfrutando los hermosos paisajes que nos marcaron las
primaveras y los otoños, atravesando veranos calurosos.... y superando, con dificultad
y dolor, esos duros inviernos en los que noviembre golpeaba nuestras ilusiones.
Y aquí seguimos, en nuestro
eterno despertar de verano. Como hace dieciséis años. Se fueron los días que
vivimos, pero quedarán sus recuerdos, sobre todo los buenos. Se fueron nuestros
veinte años..... y los treinta, pero queda lo vivido y disfrutado. Se fueron
las vivencias de aquellas noches de coro, pero nos queda la misma guitarra y mi
alma para componerte coplas.... y tú siempre mi inspiración. Se fueron amigos que
pasaron por nuestras vidas, y que un día fueron importantes, pero nos quedan
los ratos de diversión, de fiestas, de amistad. Y se fue tu niña, nuestra niña,
nuestra pequeña flor.... se fue porque para ella también pasaron dieciséis
años, y dejó de ser niña para convertirse en una mujer, tan guapa como su
madre. Se fueron muchas cosas, sí.... el tiempo se las llevó. Pero el AMOR
creció, y siento que sigue creciendo cuando despierto cada mañana y doy gracias
a Dios por tenerte a mi vera, por ser afortunado al poder darte ese beso de
buenos días y vivir un nuevo capítulo de nuestras vidas junto a ti. Porque,
después de casi seis mil días, tu sigues siendo la estrella que me alumbra, mi
vitamina y mi alimento....
Gracias por seguir compartiendo conmigo aquel despertar de verano. Te
quiero Estrella.
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