lunes, 10 de septiembre de 2012

Nuevo curso

Igual no había dormido en toda la noche. Dando vueltas y vueltas en la cama, revolvía su pequeño cuerpo entre la sábana que le guardaba del primer frescor de septiembre. Abría los ojos y todavía era de noche, una noche de inquietud y nervios como si fuera una noche de reyes. También era noche de ilusión, de nervios y de inocentes deseos de que llegara pronto la mañana para reencontrarse con el cole.
Su mayor preocupación era saber quiénes serían sus nuevos compañeros, y sobre todo si volvería a coincidir con sus amigos en la misma clase, si compartiría pupitre con su colega del año pasado. Y quién sería su profe esta vez, y cómo serían los libros nuevos y las nuevas asignaturas...
Se durmió de cansancio y soñaba con su babi azul y su maleta colgada a la espalda, con escribir su nombre sobre las nuevas libretas de raya o de cuadritos, con forrar los libros y ordenar los cuadernos según las asignaturas. Soñaba con nuevos nombres y nuevas caras, nuevos compañeros de recreo que se unirían a sus amigos del curso anterior. Soñaba nuevas dificultades y nuevos retos en matemáticas y sociales, nuevos conocimientos en historia y naturales, nuevas palabras en lenguaje y nuevas diversiones en gimnasia.... Y soñaba con números y letras, y mezclaba las cuentas con las palabras, y lo mismo jugaba con la ortografía que fantaseaba con las divisiones. Y soñaba con una caja verde de lápices de colores, y una goma de borrar nueva, y un sacapuntas...
Cuando su madre lo despertó con un beso, dormía profundamente. Se bebió el vaso de leche aún con los ojillos pegados y como si no recordara nada de lo que estaba soñando.
Su madre le dijo que había que levantarse, que había que ir al cole. Fue entonces cuando dio el salto de la cama y abrió los ojos con ilusión para encontrarse con el nuevo curso.