lunes, 3 de diciembre de 2012

Hágase tu voluntad

Otro noviembre tan negro como el anterior. Y otra vez la pregunta en el aire, en la conciencia, en la herida... ¿por qué, Señor? Otra vez la duda, otra vez la pena, otra vez el llanto.
Otra vez nos dejaste probar el sabor de la alegría, cuando llenamos de amor nuestros corazones. Permitiste que el fruto de ese amor empezara a florecer, pero tampoco esta vez has querido que el sueño se hiciera realidad.
Otro noviembre tan negro como el anterior, cuando la ilusión se volvió dolor y se apagó la esperanza. Nos dejaste ver el sol cada mañana al amanecer, pero negras nubes helaron el cielo para teñirlo de oscuridad. Tal vez algún rayo de luz, de vez en cuando, incluso nos enseñaste un arco iris de vistosos colores.... pero al final noviembre no podía pintarse nada más que en un gris triste y apagado. Y otra vez la amarga pregunta... ¿por qué, Señor?
Cada viernes te visitaba, cuasi a solas, en ese bendito lugar donde siempre encontré tu mano acogedora. Y acariciaba tu desgastado talón buscando ese halo de vida que llenara de plenitud un amor forjado a base de amor. Cruzaba mi mirada con la tuya, pero no tenía más palabras para ti que un “que sea lo que tú quieras”, porque, después de todo, no tengo más remedio que darte las gracias eternamente por tantas y tantas cosas con las que cada día nos bendices. Sin decirte nada, tu me escuchabas. Sin hablarte me entendías. Era mi corazón quien te suplicaba a voces que esta vez pudiera ser.
Pero tampoco esta vez ha sido. Otra vez noviembre... tan negro como el anterior... ¿por qué, Señor? ¿por qué?
Dame las fuerzas para que no me ahogue entre mis lágrimas, y a la vez pueda calmar el llanto de quien sufre su desconsuelo repitiéndose la misma pregunta. Ayúdame a sembrar en ella la esperanza que llene de plenitud nuestras vidas. Pero, Señor, que sea lo que tú quieras y hágase tu voluntad.